lunes, 5 de diciembre de 2016

¡¡¡POR FIN LLEGA CARLOS I!!!

La llegada de Carlos I al puerto de Tazones; el príncipe, tenía diecisiete años cuando vino. Y el motivo fue debido a que vino en virtud de disposición testamentaria de sus abuelos maternos, Fernando e Isabel, a ceñir la corona de Castilla y Aragón, con todas las pertenencias y adherencias que poseía.
Los preparativos del acontecimiento estuvieron muy bien, españoles se desesperaban por su llegada ya que estaban impacientes. Por fin, tras vicisitudes sin cuento que sería prolijo referir, Carlos de Austria o de Gante, soberano de flandes, que iba a ser el primer rey de España. Y ese primer rey de España, después de los reyes católicos, tan enraizados en la entraña nacional, iba a ser, por ironía del destino, un príncipe extranjero. Su mismo nombre,Carlos era extraño a la nómina regia de los Alfonsos y Fernandos, los Sanchos y los Enriques. 
Y así, en prolongada y penosa incertidumbre por parte y parte, transcurrió todo el año de 1516 y casi la mitad del 1517, hasta que sin más dilacion, resolvió el rey convocar a los diputados de los estados de su país a una asamblea, que hubo de celebrarse en su ciudad natal de Gante el 21 de junio.

El embarque: hubo mucho ajetreo durante el domingo, tanto en Middelburgo, como en Arnemuiden, frente al cual yacían anclados los navios, para transportar apresuradamente los bagajes a bordo y a provisionar la flota. El lunes salieron de Arnemuiden, a la meridiana, el medio centenar de bajeles alli retenidos con el fin de estar a buena hora en el puerto y abra de Flessinga. Desde Middelburgo llegaron, por la tarde todos los que le acompañaban, embarcándose, conforme a lo dispuesto, al ponerse el sol, y no saliendo de sus barcos hasta que estuvieron en España. La flota era digna de verse, compuesta de unos cuarenta poderosos navíos y de otras embarcaciones ligeras.

La partida: Martes, 8, y primer día del viaje. Fiesta de la Natividad de nuestra señora.La Nao Real, con arreglo a las Ordenanzas, dispara tres cañonazos y uno el barco del almirante, señal convenida para que todos los navíos de la flota se den a la vela.
De la flotilla de barcos ligeros con que contaba la armada ya habían salido algunos la noche anterior para explorar el paso de calais y señalar la derrota.
El navío del rey zarpa de Flessinga, a las cinco de la mañana, a poco trecho del barco del almirante que llevaba la delantera, y seguido del resto de las unidades. 

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