lunes, 28 de noviembre de 2016

LAS TRES CIRUELAS PRESUMIDAS

Érase una vez tres ciruelas presumidas que bailaban muy contentas en la rama del ciruelo. Sus caras redondas respiraban felicidad y sonaba una música dulce y melodiosa.
Las tres ciruelas no podían cantar, la verdad es que nuestras pequeñas amigas no cantan nunca.
Sus tripas redonditas lucían siempre unos preciosos vestidos verdes y llevaban zapatitos de cordones.
Las tres cantaban la misma canción, se querían mucho, y siempre hacían todo juntas.Cantaban una canción mágica para que todos los árboles crecieran muy fuertes, pero un día hubo una tormenta enorme y del susto que pasaron, se les olvidó la canción. ¡Qué vamos a hacer ahora!, exclamó una de ellas.¡Es una catástrofe!Gritó la otra. No os preocupéis, dijo la tercera que era más atrevida, no hay que tener miedo, hay que encontrar una solución, solo tenemos que pensar donde puede estar la canción.
Pues, venga, a ver, dijeron las dos ciruelas desconfiadas. ¿no me creéis? Dijo la pequeña, pues no pienso enseñaros nada, iré yo sola a buscar la canción y no os recordaré ni una sola palabra. Los árboles solo me querrán a mi y seré la reina de las ramas. Vosotras en cambio, os pondréis pochas y os caeréis del ciruelo. Ahora me voy a columpiar más fuerte en el cielo, adiós tontas ciruelas claudias.
Tres gusanos colorados miraron a la ciruela verde columpiarse muy alto y preguntarle a los pájaros y las hojas del árbol por una canción mágica que pasó volando...y vivieron siempre muy felices y no pasó nada más...

lunes, 7 de noviembre de 2016

LA MÁQUINA DEL TIEMPO


Lunes:
Esta tarde, quise dar una vuelta por el mercadillo que habían puesto aquí cerca. Pasaba tranquilo y algo me sorprendió mucho y es que, un señor estaba tocando con sus manos una cosa ignorada para mi, lo tocaba tapando los agujeros del aparato y soplando por un tubo. No sabía lo que era pero observé que estaba hecho de madera. Ese aparato emitía un sonido agudo que atraía a unas serpientes que tenía en una cesta rara.

Martes:
Hoy por la mañana, quise ir a visitar el río Nilo. Cuando llegué, encontré un objeto extraño en el agua que se movía muy rápido. Era dorado como el oro y brillaba con la luz del día; era precioso nunca había visto algo así. Sí que había visto objetos como ese pero pintado en las paredes de las pirámides por las que pasé. Ese objeto saltaba por el agua, parecía que se divertía; en un momento llegué a tocarlo con mis manos, su piel era rugosa y escurridiza.
Me hubiera gustado quedarmelo para mí.